La baja de los ingresos fiscales en la provincia ha desatado una crisis económica de proporciones. Con menos recaudación y una economía en picada, las finanzas provinciales se encuentran en una situación desesperante.

Esto está llevando a la provincia a una peligrosa falta de liquidez, con la posibilidad de enfrentar atrasos en el pago de salarios de empleados públicos y en la ejecución de proyectos clave para el desarrollo regional. Las consecuencias de esta caída en la recaudación están golpeando a los más vulnerables: obras públicas paralizadas, servicios esenciales deteriorados y un panorama social cada vez más convulsionado.

Y, ¿qué hace el gobernador Weretilneck ante este desastre? En lugar de exigir una respuesta urgente al gobierno nacional, como debería hacerlo cualquier dirigente comprometido con su pueblo, Weretilneck ha optado por mantener un silencio cómplice. Peor aún, se muestra como un firme aliado de Javier Milei, sin levantar la voz ni un solo segundo ante la crisis que azota a Río Negro.

Mientras las cuentas no cuadran en su provincia, el gobernador no pierde oportunidad de elogiar al presidente, y a su vez, se convierte en un defensor incondicional del ajuste y las políticas económicas que perjudican a los argentinos.
¿Miedo o estrategia?

El comportamiento de Weretilneck es, cuanto menos, sospechoso. No hay que ser un genio para darse cuenta de que su sumisión a Milei está mucho más relacionada con intereses personales y políticos que con el bienestar de los rionegrinos. “No se queja del Gobierno de Milei porque le chupa las medias”, dicen muchos en los pasillos del poder.

Mientras la provincia se desangra económicamente, Weretilneck prefiere alinearse con un presidente que está llevando al país al borde del abismo, en lugar de defender los intereses de su gente. ¿Acaso está tan preocupado por su futuro político que prefiere sacrificarse a sí mismo y a Río Negro por mantener buenas relaciones con el Gobierno central?

Un futuro incierto

Lo que es seguro es que la provincia de Río Negro está entrando en un terreno peligroso, y el liderazgo de Weretilneck no parece tener la fuerza necesaria para sacarla de este atolladero. La baja recaudación de impuestos, que ya está teniendo efectos devastadores, podría empeorar aún más si el gobernador sigue alineado con una administración nacional que claramente no tiene respuestas para las urgencias de las provincias.

Mientras tanto, los rionegrinos se enfrentan a la cruda realidad de un gobierno provincial que no sabe cómo afrontar la crisis y, peor aún, no tiene el coraje de desafiar las políticas económicas que están destrozando el país.

¡Río Negro está en crisis, y la pasividad de Weretilneck está haciendo que todo empeore! La provincia necesita un cambio de rumbo urgente, pero parece que el gobernador está más preocupado por mantener su lugar en la foto con Milei que por solucionar los verdaderos problemas de los rionegrinos. ¿Hasta cuándo la gente de Río Negro tendrá que esperar mientras Weretilneck sigue con su silencio cómplice? ¡La provincia está a punto de colapsar y nadie está haciendo nada para evitarlo!